miércoles, 18 de abril de 2012

Etiología de las enfermedades mentales



Durante siglos, la sociedad hizo pagar a los enfermos mentales un precio muy caro por su mal. Su extraño comportamiento ha provocado la cruel hostilidad de la ignorancia. En los primeros tiempos del cristianismo se creía que estaban poseídos por el demonio, y se les abandonaba a su suerte, aunque los monasterios daban albergue a algunos. En el siglo XV, el abandono se convirtió en persecución activa: se les torturaba y se les quemaba vivos. Pese a que con el Renacimiento se empezó a achacar la locura a causas físicas, todavía se la consideraba un justo castigo, quizá por una vida inicua. Los locos eran encarcelados, y se loes encadenaba al suelo. Sólo al principiar el siglo pasado, los nuevos médicos y el descubrimiento del inconsciente abrieron la puerta para comprender estas dolencias. El tratamiento compasivo que dan hoy muchos hospitales es un tardío reconocimiento de que las fuerzas que los acosan, nos acosan a todos.


La Edad Media heredó de los griegos y romanos la creencia de que los enfermos mentales estaban poseídos por los demonios, pero los antiguos los trataban con bondad y ceremonias religiosas. Con la caída del Imperio Romano t la ruina de las instituciones sociales, no se tuvo ningún cuidado de los locos, que con frecuencia tenían que esconderse en los bosques. Los monasterios eran su único refugio, y la oración su principal tratamiento curativo, y en esta época de fe vigorosa, el exorcismo y la curación por la fe solían ser eficaces.
Pero el siglo XV, la fe, acosada, se había puesto a la defensiva. Las guerras, el caos y la peste negra provocaron epidemias de locura -danzas, delirios colectivos- que, a su vez, llevaron a cacerías de brujas en masa. La Inquisición sostenía que locos y locas eran brujos peligrosos. Si la tortura no expulsaba al diablo, se recurriría al fuego.



En el Renacimiento, la autoridad secular sustituyó a la eclesiástica en muchos aspectos de la vida. Los monasterios dejaron el cuidado de los enfermos mentales a la sociedad, que se limitó a encarcelarlos. En 1547, el monasterio londinense de Santa María de Belén se convirtió en el hospital municipal llamado Bedlam (manicomio, en inglés). En él, como en casi todos los manicomios, se encadenaba a los locos entre los delincuentes, sin que eso inquietara a la sociedad. Los guardias golpeaban a los furiosos; a otros les aplicaban sangrías, vejigatorios o purgas. En el siglo XIX, algunos médicos, aunque desconcertados por la enfermedad, se esforzaron por mejorar las condiciones de vida. El Doctor Benjamín Rush, que hacia 1800 instituyó el primer curso de psiquiatría en los Estados Unidos, daba a los enfermos cuartos calientes y enfermeros humanos. Pero aun a él lo engañó la ignorancia de la época: "Sangrándolos hasta que perdían el conocimiento, (los locos) se curaban".



En 1793, en un París que bullía con ideas revolucionarias, Phillippe Pinel fue nombrado médico de Bicêtre, infierno al que la ciudad arrojaba a los locos. Pinel tenía sus teorías revolucionarias, una de las cuales era librar a los enfermos de sus cadenas. Cuando habló de sus planes con el comisario de prisiones, éste le preguntó: "¿No está usted loco también para liberar a estas bestias?" Pinel respondió: " Tengo la convivió de que la gente no es incurable si se le da aire y libertad". Y dio las dos cosas s sus pacientes. La primera "bestia" que liberó había vivido encadenada y a oscuras 40 años. Al ver el cielo, exclamó: "¡Qué hermoso!" La segunda encadenada 10, sanó y se convirtió en el guardaespaldas de Pinel.
Al ver justificadas sus teorías en Bicêtre, Pinel procedió a reformar la Salpêtrière, hospital de París para locas. Organizó ejercicios, conciertos, lecturas y visitas de los amigos. Pinel, el reformador más destacado de su época, no fue el único. Durante el mismo periodo, Vicenzio Chiarugi, en Italia, liberaba a los locos de sus cadenas, y en Inglaterra, el Asilo Cuáquero de York trataba con humanidad a los enfermos mentales.


Quintero Ramos Noemí Patricia 

No hay comentarios:

Publicar un comentario