Biografía
Karen Horney nació el 16 de septiembre de 1885 y fue hija de Clotilde y
Brendt Wackels Danielson. Su padre fue un capitán naval y era un hombre muy
religioso y autoritario. Sus hijos le llamaban “el lanzador de Biblias”, porque,
según Horney, ¡verdaderamente lo hacía!. Su madre, apodada Sonni, era una
persona muy diferente. Era la segunda mujer de Berndt, 19 años más joven y
considerablemente más urbana. Karen también tuvo un hermano mayor también
llamado Berndt a quien cuidó profundamente, así como otros 4 hermanos mayores
del primer matrimonio de su padre.
La infancia de Karen Horney parece estar llena de
contradicciones: por ejemplo, mientras que Karen describe a su padre como un
sujeto disciplinario que prefería a su hermano Berndt sobre los demás, por otro
lado aparentemente le traía múltiples regalos a Karen de todas partes del mundo
e incluso le llevó con él a tres viajes ultramarinos, cosa bastante difícil de
hacer por un capitán en esos tiempos. No obstante, ella se sintió con falta de
afecto por parte de su padre, lo cual hizo que se inclinara especialmente a su
madre, volviéndose, como ella misma ha dicho, “su pequeño corderito”.
A la edad de 9 años, cambió su acercamiento a la vida, tornándose ambiciosa e
incluso rebelde. Se dijo a sí misma: “Si no puedo ser guapa, entonces decidiré
ser lista”, lo cual es extraño, ¡ya que era realmente guapa!. Además, alrededor
de esta etapa, Karen desarrolló una extraña atracción por su propio hermano.
Éste, avergonzado por sus expectativas sobre él, como cualquiera pudiera
imaginar de un chico adolescente, le apartó de él. Esta situación le llevó a la
que sería su primer encuentro con la depresión, problema que no le abandonaría
el resto de su vida.
En la adultez temprana sobrevinieron algunos años de estrés. En 1904, su
madre se divorció de sus padres, dejándole con Karen y el joven Berndt. En 1906
ingresó en la facultad de Medicina en contra de los deseos de sus padres y de
hecho, en contra de la opinión de la educada sociedad de su época. Estando allí
conoció a un estudiante de leyes llamado Oscar Horney, con quien se casaría en
1909. Un año más tarde, Karen dio a luz a Brigitte, la primera de sus tres
hijas. En 1911, su madre Sonni muere, provocando una tensión importante sobre
Karen, lo cual le llevó a psicoanalizarse.
Tal y como Freud hubiera supuesto, Karen se había casado con un hombre nada
diferente a su padre: Oscar era tan autoritario como el capitán había sido con
sus hijos. Horney se daba cuenta de que ella no solo no intervenía, sino que
incluso entendía que esta atmósfera era buena para sus hijos y que les
inculcaría el afán de independencia. Fue solamente muchos años más tarde cuando
por vía de su instrospección cambiaría su visión sobre la crianza.
En 1923, el negocio de Oscar se vino abajo. Acto seguido, Oscar desarrolló
una meningitis, volviéndose un hombre ruinoso, moroso y argumentativo. En este
mismo año, el hermano de Karen muere a la edad de 40 años producto de una
infección pulmonar. Karen se hundió en una gran depresión, hasta el punto de
nadar mar adentro mientras estaba de vacaciones con la idea de quitarse la vida.
Karen y sus hijas se mudaron de casa de Oscar en 1926 y emigraron a los
Estados Unidos cuatro años más tarde. Se establecieron en Brooklin. Aunque
pareciera extraño actualmente, en los años 30’ Brooklin era la capital
intelectual del mundo, debido en su mayor parte a la influencia de refugiados
judíos provenientes de Alemania. Fue aquí donde logró amistad con intelectuales
de la talla de Erich Fromm y Harry Stack Sullivan, llegando a tener una relación
esporádica con éste último. Y fue aquí donde desarrollaría sus teorías sobre la
neurosis, basándose en su experiencia como psicoterapeuta.
Se mantuvo asistiendo, enseñando y escribiendo hasta su muerte en 1952.
Teoría
La teoría de Karen Horney es quizás la mejor de las teorías sobre las
neurosis que tenemos. En primer lugar, ofreció una perspectiva bastante distinta
de entender la neurosis, considerándola como algo bastante más contínuo en la
vida normal que los teóricos previos. Concretamente, entendía la neurosis como
un intento de hacer la vida más llevadera, como una forma de “control
interpersonal y adaptación”. Esto sería, por supuesto, aquello a lo que
estamos dirigidos en nuestra vida cotidiana, solo que parece que la mayoría de
nosotros lo hacemos bien y los neuróticos parece que se hunden más rápidamente.
En su experiencia clínica, distinguió 10 patrones particulares de
necesidades neuróticas, los cuales están basados sobre aquellas cosas que
todos necesitamos, pero que se han vuelto distorsionadas de diversas formas por
las dificultades de las vidas de algunas personas.
Incialmente, tomemos la primera necesidad como ejemplo; la necesidad de
afecto y aprobación. Todos necesitamos afecto, entonces ¿qué es lo que hace
neurótica a esta necesidad?. Primero, la necesidad es irreal, irracional,
indiscriminada. Por ejemplo, todos necesitamos afecto, pero no lo esperamos de
todo aquel que conocemos. No esperamos grandes dosis de afecto de parte de
incluso nuestros mejores amigos y relaciones. No esperamos que nuestras parejas
nos den afecto todo el tiempo, en todas las circunstancias. No esperamos grandes
muestras de amor mientras que nuestras parejas están rellenando los formularios
de pagos a Hacienda, por ejemplo. Y, somos conscientes de que habrá muchas veces
en nuestra vida donde tendremos que ser autosuficientes.
Segundo, la necesidad neurótica es bastante más intensa y provocará un gran
monto de ansiedad si no se satisface su demanda o incluso si se percibe que no
será satisfecha en un futuro. Es esto, por tanto, lo que le lleva a tener esa
naturaleza irreal. El afecto, para continuar con el mismo ejemplo, debe
expresarse claramente en todo momento, en todas las circunstancias, por todas
las personas, o el pánico se instaurará. El neurótico ha hecho de la necesidad
lo central de su existencia.
Las necesidades neuróticas son las siguientes.
- Necesidad neurótica de afecto y aprobación. Necesidad indiscriminada de complacer a los demás y ser querido por ellos.
- Necesidad neurótica de pareja. de alguien que lleve las riendas de nuestra vida. Esta necesidad incluye la idea de que el amor resolverá todos nuestros problemas. Una vez más, a todos nos gustaría tener un compañero con quien compartir nuestra vida, pero el neurótico va uno o dos pasos más allá.
- El neurótico necesita restringir la vida de uno a límites muy estrechos, a no ser demandantes, a satisfacernos con muy poco. Incluso esta postura tiene su contrapartida normal. ¿Quién no ha sentido la necesidad de simplificar la vida cuando se vuelve muy estresante; de unirse a una orden monacal; a desaparecer de la rutina; o de volver al útero materno?.
- Necesidad neurótica de poder, de control sobre los demás, de omnipotencia. Todos buscamos el poder, pero el neurótico se desespera por lograrlo. Es un dominio de su propia gesta, usualmente acompañado de un rechazo por la debilidad y una fuerte creencia en los propios poderes racionales.
- Necesidad neurótica de explotar a los demás y sacar lo mejor de éstos. En la persona común podríamos entender esto como la necesidad de tener un efecto, de provocar impacto, de ser escuchado. En el neurótico, se convierte en una manipulación y la creencia de que los demás están ahí para ser utilizados. Puede comprender también una idea de miedo a ser manipulado por los demás, de parecer estúpido. Ustedes se habrán percatado de esas personas que les encanta las bromas pesadas, pero no las soportan cuando ellas son el blanco de tales bromas, ¿no?.
- Necesidad neurótica de reconocimiento o prestigio social. Somos criaturas sociales, así como sexuales, y nos gusta ser apreciados por los demás. Pero estas personas están sobrepreocupadas por las apariencias y la popularidad. Temen ser ignoradas, simples, poco “guay” y “fuera de lugar”.
- Necesidad de admiración personal. Todos necesitamos ser admirados por nuestras cualidades tanto internas como externas. Necesitamos sentirnos importantes y valorados. Pero algunas personas están más desesperadas y necesitan recordarnos su importancia (“nadie reconoce los genios”; “Soy el verdadero artífice detrás de las escenas, ¿sabes?”, y así sucesivamente. Su miedo se centra en no ser nadie, falto de importancia y sin sentido en sus acciones.
- Necesidad neurótica de logro personal. Una vez más diremos que no hay nada malo en aspirar a logros, ni mucho menos. Pero algunas personas están obsesionadas con ello. Deben ser los número uno en todo y dado que esto es, desde luego, una tarea muy difícil, vemos a estas personas constantemente devaluando aquello en lo que no pueden ser los primeros. Si, por ejemplo, son buenos corredores, el lanzamiento de disco y las pesas son “deportes secundarios”. Si su fuerte es lo académico, las habilidades físicas no son de importancia, y demás.
- Necesidad neurótica de autosuficiencia e independencia. Todos nosotros debemos cultivar cierta autonomía, pero algunas gentes sienten que no deberían necesitar de nadie nunca. Tienden a rechazar la ayuda y muchas veces son reticentes a comprometerse en una relación afectiva.
- Necesidad de perfección e inexpugnabilidad. Muchas veces para ser cada vez mejores en nuestra vida, tenemos un impulso que puede de hecho ser de consideración neurótica, pero algunas personas pretenden constantemente ser perfectas y temen fallar. No resisten que se les “coja” en un error y necesitan, por tanto, controlar todo el tiempo.
Desarrollo
Es cierto que algunas personas que fueron víctimas de abuso o de rechazo en
su infancia sufren de neurosis en su vida adulta. Lo que casi siempre olvidamos
es que la mayoría no. Si tienes un padre violento o una madre esquizofrénica, o
has sido abusado sexualmente por un tío, podrías, no obstante, tener otros
miembros familiares que te quisieron mucho, que cuidaron mucho de ti y que
trabajaron para protegerte de otros posibles daños; y podrías haber crecido sano
y feliz como adulto. Es incluso aún más cierto que la mayoría de los neuróticos
adultos de hecho no sufren de abusos ni rechazo infantil, por tanto la surge la
siguiente interrogante: si el rechazo ni el abuso infantil son las causas de las
neurosis, entonces ¿qué la produce?.
La respuesta de Horney es la llamada indiferencia paterna o como ella
le llamaba “la maldad básica” o una falta de calidez y afecto durante la
infancia. Hay que saber que incluso una paliza ocasional o un encuentro sexual
en la niñez pueden superarse, siempre y cuando el niño se sienta aceptado y
querido.
La clave para entender la indiferencia parental es que constituye una forma
de percepción del niño y no de las intenciones de los padres. Aquí sería bueno
recordar que “El camino al infierno está lleno de buenas intenciones”. Un padre
con buenas intenciones puede fácilmente transmitir una comunicación de
indiferencia a sus hijos con cuestiones como las que siguen: preferencia de un
hijo sobre otro, negarse a cumplir promesas mantenidas, alterando o
entorpeciendo relaciones con amigos de sus hijos, burlarse de las ideas de los
hijos y así sucesivamente. Nótese que muchos padres, incluso aquellos buenos
padres, hacen esto debido a las presiones en las que ellos mismos se encuentran.
Otros lo hacen porque ellos mismos son neuróticos y colocan sus necesidades
sobre las de sus hijos.
Horney observó que los niños responden no con pasividad y debilidad ante la
indiferencia parental, tal y como nosotros creemos, sino que lo hacen con rabia,
respuesta que la autora describe como la hostilidad básica. El hecho de
frustrarse conlleva a una respuesta primera de un esfuerzo por protestar por la
injusticia.
Algunos niños perciben que esta hostilidad es efectiva y con el timepo se
convierte en una respuesta generalizada ante las dificultades de la vida. En
otras palabras; desarrolan un estilo adaptativo agresivo, diciéndose a sí
mismos, “si tengo el poder, nadie puede haceme daño”.
Sin embargo, la mayoría de los niños se hallan sobresaturados de ansiedad
básica, lo que se traduce casi siempre en un miedo al abandono y a sentirse
desamparados. Por una cuestión de sobrevivencia, la hostilidad básica puede ser
suprimida y así los padres alcanzan la victoria. Si esta actitud parece
funcionar mejor para el niño, entonces se consolidará como la estrategia
adaptativa preferida (complianza). Se dicen a sí mismos: “Si puedo lograr que me
quieras, entonces no me harás daño”.
Algunos niños descubren que ni la agresión ni la complianza eliminan la
indiferencia parental percibida, por lo que solucionan el problema abandonando
la lucha familiar y metiéndose en sí mismos, volviéndose preocupados por ellos
prioritariamente. Esta es la tercera estrategia adaptativa. Se dicen: “Si me
repliego, nada me dañará”.
Teoría del self
Horney tenía una manera más de ver a las neurosis: en términos de imagen del
self ( de sí mismo). Para Horney el self es el centro del ser; su
potencial. Si uno ha sido sano, entonces habría desarrollado un concepto preciso
de quién soy y por consiguiente podré sentirme libre de impulsar ese potencial
(auto-realización).
El neurótico tiene una visión diferente de las cosas. El self neurótico está
“escindido” en un self ideal y un self despreciado. Otros teóricos
hablan de un self “especular”, aquel que piensas que los demás ven. Si miramos a
nuestro alrededor (de forma precisa o no) creyendo que los demás te están
despreciando, entonces internalizaremos esta sensación como si fuese
verdaderamente nuestra percepción de nosotros mismos. Por otro lado, si estamos
fallando de alguna manera, esto implicaría que existen ciertos ideales ante los
que nos estamos sometiendo. Estamos creando un self ideal fuera de nuestras
“posibilidades”. Tenemos que entender que el self ideal no es una meta positiva;
todo lo contrario, es irreal y finalmente imposible de alcanzar. Por tanto, el
neurótico se balancea entre odiarse a sí mismos y pretender ser perfectos.
Horney llamó a esta relación estrecha entre los yo ideales y despreciados
como “la tiranía de los posibles” y de los neuróticos la “lucha por la
gloria”.
La persona sumisa cree que “debería ser dulce, auto-sacrificado y santo”.
La persona agresiva dice “debería ser fuerte, reconocido y un ganador”.
La persona introvertida cree que “debería ser independiente, reservado y
perfecto”.
Y mientras está vacilando entre estos dos self imposibles, el neurótico se ve
alienado de su propio yo y retraído de llevar a cabo sus potenciales verdaderos.
SIU LING WOO DIAZ
8vo cuatrimestre psicologia
turno: vespertino
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